sábado, 15 de diciembre de 2007

WANGANUI: JAZZ, POETAS Y ESCULTURAS DE CRISTAL


Wanganui es una tranquila ciudad de unos cuarenta mil habitantes enmarcada entre un precioso rio y el Mar de Tasmania. Esta situada a unas dos horas al norte de Wellington, y queda dentro del recorrido que mas o menos pretendo hacer hasta llegar a Auckland. Esta parte de la isla norte no la habia tocado anteriormente y tiene muchos sitios interesantes que se merecen una visita.

El centro de Wanganui se resume en una preciosa calle poblada de arboles llamada Victoria Avenue. La gente simplemente se sienta en una de sus abundantes y agradables terrazas y pasa la tarde entre cafes y cervezas viendo pasear a los transeuntes. Yo escogi el "Big Orange" para pegarme un par de horas leyendo un poco mientras me contagiaba del ambiente que habia por alli. El camarero era un tio muy majete y enseguida me recomendo unos cuantos sitios para cenar, segun prefiriera carne, pescado, comida oriental, etc.

Asi que al cabo de un rato me pase por el mismo sitio con la intencion de tomar un gin-tonic para digerir el monstruoso chuleton de ternera neozelandesa que me habian servido en el "Stellart", uno de los restaurantes mas antiguos de Wanganui. Al poco tiempo comenzo una sesion de jazz extraordinaria; un virtuoso del piano acompanado de contrabajo y bateria, y el local se puso bastante animado. Cuando pararon, llego el turno de un profesor de la universidad local que se disponia a ofrecer una audicion de poesia. Aquello me choco, nunca habia asistido a un evento asi, pero la verdad que eso era mas duro de digerir que mi chuleton. Si la poesia es dificil de entender, no digamos en ingles.

Un poco antes se me habia enrollado una chica, una tal Tania, y como con el poeta habia que guardar un silencio sepulcral me propuso salir a la terraza. Por supuesto accedi, fuera la charla seria mas distendida. Al de diez minutos Tania me dijo que volvia adentro, pero yo me quede charlando fuera con otra gente. Y cuando volvi a entrar al local, gran susto!. Donde estaba mi mochila?, me entro el sindrome Pocholo. Habia llevado mi camara de fotos para sacar unas fotos en el rio y la tenia guardada en una pequena mochila que misteriosamente habia desaparecido.

Automaticamente mi imaginacion le echo la culpa a Tania. Todo encajaba, seria la tipica yonki que se habia quedado conmigo, me entretuvo, me saco fuera, consiguio que me confiara y a las primeras de cambio entro en el local, amarro mi preciosa Nikon y se largo por la puerta trasera. En otro pais mas peliagudo no me habria relajado tanto, pero en sitios en los que parece que no hay ningun problema se adormecen nuestras senales de alerta.

Estuve rebuscando por todo el local, en ambos cuartos de bano, en el callejon trasero, hasta me di una vuelta a la manzana, pregunte a todo el mundo, y nada. A la mierda una camara de setecientos euros y una tarjeta de memoria con las mas o menos cuatrocientas fotos que llevaba sacadas durante el viaje. El pobre camarero se sentia avergonzado de que pudiera haber ocurrido algo asi en su local, normalmente la gente que alli acudia era muy legal, segun me decia. Y el poeta seguia recitando en medio de aquel revuelo sin saber muy bien que sucedia.

Entre todos los que habia en el bar hubo otra chica, Emma, inglesa y de unos casi cincuenta anos, que sin conocerme de nada se volco en ayudarme, y finalmente, opto por agarrar el microfono del poeta, pidio que encendieran las luces y rogo a todo el publico que mirara bien su zona, que alli habia un pobre guiri al que le habian robado y aquello no podia quedar asi.

Y aparecio, resulta que alguien la habia movido para coger una silla, luego otro habria echo lo mismo y finalmente otro debio poner sin darse cuenta un monton de bolsos y ropa encima, y alli estaba, diez metros mas lejos de donde la habia dejado, pero alli estaba. Me senti fatal por haber pensado mal de Tania, la primera chica, la pobre solo quiso charlar un rato conmigo y yo la habia tomado por una ladrona yonki. Y menos mal que durante el susto no la vi, porque si no la habria acusado directamente a la cara.

Me dio tal subidon que las aguas volvieran a su cauce que pedi otro gin-tonic, lo necesitaba, e invite a Emma y a una amiga suya a unas copas de vino. Salimos a la terraza y estuvimos charlando y riendonos de lo sucedido un buen rato. Emma resulto ser una mujer encantadora, me dijo que era artista y que hacia cosas de cristal, me dio su tarjeta y me invito a ir a la manana siguiente a conocer su taller. Ademas conoceria a su padre, que pasa gran parte del ano en Denia, donde tiene una casa, y a pesar de ser ingles habla muy bien espanol. Le dije que iria encantado y hasta le compraria alguna figurita de cristal por haberme ayudado.

Cuando al dia siguiente fui a su taller me di cuenta que habia echo otro ridiculo espantoso. Yo queriendo comprar una figurita pensando que seria una artesana que venderia sus cosas en los mercadillos hippies y resulta que se trataba de Emma Camden, una de las mas conocidas escultoras en cristal de Nueva Zelanda. Ha expuesto su obra por todo el pais, Australia, Inglaterra, Estados Unidos, Hong Kong, etc. Logicamente, sus "figuritas" son escultoras enormes que valen una millonada y se venden a coleccionitas privados, entidades de todo tipo, etc. Me quede boquiabierto viendo su taller y las cosas en las que estaba trabajando, podeis ver su obra en www.emmacamden.co.nz . Despues, me invito a comer en su casa con su familia y disfrute de una de las mejores tardes de mi viaje.

Lo que son las cosas, hace unos dias dije en este blog que me quedaba poco tiempo, pero seguramente el suficiente para conocer nueva gente, lugares y experiencias. Y por un malentendido con una mochila acabe conociendo, sin que lo hubiera imaginado, a una gente excepcional. Que me pasara manana?, quien lo sabe, esto es lo mas grande de un buen viaje, la incertidumbre.