martes, 27 de noviembre de 2007

PINGUINOS EN LA LUNA LLENA


Despues de dejar Christchurch continue bajando hacia el sur por la carretera del este y esta zona resulto ser la mas monotona de mi nomadeo. No es que fuera feo el paisaje, pero la region de Canterbury esta compuesta por inmensas llanuras con campos de cultivo y pasto para el ganado y la conduccion se hace bastante aburrida.

Hay rectas de hasta treinta kilometros sin una sola curva y esto al final llega a ser hasta peligroso, la gente se relaja al volante y suele haber mas accidentes que en las carreteras de montana, donde tienes tienes todos los sentidos alerta y no te duermes. Cada dos por tres tienes carteles del departamento de trafico diciendote cosas tipo "despierta", "descansa", "toma el aire", "abre tu ventanilla" y cosas asi. Y cuando por fin llega una curva, hay zonas de escape como en los circuitos de carreras, con arena para frenar el coche y grandes balas de paja para que los que no se hayan dado cuenta.

Y asi, al cabo de unas horas, llegue a Oamaru, donde tenia previsto hacer una parada tecnica, solo parar a dormir y seguir hacia The Catlins al dia siguiente; pero lo que son los viajes, a veces te creas grandes expectativas acerca de algun sitio a visitar o alguna actividad y te decepcionas cuando estas alli; otras veces, como en este caso, algo que no te habia llamado la atencion previamente se convierte en uno de los momentos magicos que tiene todo buen viaje.

Oamaru es otro de esos pueblos que vivio la fiebre del oro y tenia hace mucho tiempo mas poblacion. Sin embargo, aqui se han preocupado de mantener vivo ese toque antiguo y los edificios del centro son preciosos, todos de piedra pulida, y los locales comerciales mantienen la misma decoracion de aquella epoca. No se ve en todo el pueblo acero inoxidable, ni plastico, ni ningun material moderno. Todo es piedra, madera, cobre, laton. Esta lleno de tiendas de antiguedades y los restaurantes, tiendas de comestibles, barberias, hasta el banco parecen sacados de una pelicula del oeste.

Esa noche hacia luna llena, quiza eso ayudo a crear la magia, y fui al pequeno puerto a verla salir por el oceano, y al empezar a subir... comenzaron a desembarcar en la playita exterior del rompeolas grupitos de pinguinos azules, que caminando como personitas se metian hasta el mismo pueblo medio escondidos en la vegetacion. Nunca habia visto tan de cerca estos simpaticos animalitos. Esta clase de pinguinos no llegan a medir mas de medio metro y es una gozada verlos caminar en grupo, hay que andar con mucho sigilo, porque son muy asustadizos y la gente del pueblo se para e incluso apaga luces de locales y de coches para no molestarlos en el ratito que dura su peregrinacion.